jueves, 4 de junio de 2009

1 ME MIRÓ A LOS OJOS
Me miro a los ojos,
entre tanto llanto, parece mentira,
que te hayan clavado,
que seas el pequeño
que lloró a mi lado y que se dormía
estando entre mis brazos,
y que se reía al mirar el Cielo,
y cuando rezaba se ponía serio.
Sobre el madero de nogal pequeño,
entre los doctores
se hallaba en el templo,
cuando pregunté
respondió con calma,
que de los asuntos
de Dios se trataba,
ese mismo niño
que hoy está en la Cruz
el Dios de los hombres
se llama Jesús.
Ese mismo hombre
ya no era un niño, en aquella boda
le pedí más vino, le dio de comer
a un millar de gente
a pobres y enfermos
les miró de frente,
y que se reía con quienes más quiso,
y lloró en silencio al morir su amigo.
Y ya cae la tarde,
se nublan los cielos,
pronto volverás
a tu Padre eterno,
duérmete pequeño,
duérmete mi niño,
yo ya te entregado todo mi cariño,
como en Nazaret aquella mañana,
he aquí tu sierva, he aquí tu esclava

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